Recientemente he utilizado este término en entradas anteriores y es posible que no todos sepan lo que significa o, por lo menos, para qué lo utilizamos en el mundo del cómic y la ilustración.
El acting va más allá de saber dibujar a un personaje. Incluso de saber dibujarlo en movimiento. No tiene nada que ver con proporciones ni anatomía. Es una cuestión de actitud, de acción y reacción y conseguir que nuestros personajes tengan credibilidad. Si nos ponemos poéticos, el acting trata de dotar de alma a los personajes de nuestras obras.
Sucede bastante en el mundo del cómic semiprofesional, sobretodo en fanzines, que un excelente dibujante no dé a veces con el "acting" adecuado en algunas escenas. Son esas viñetas en las que el diálogo no acaba de encajar con la imagen o esas posturas bien dibujadas pero que consiguen cierta sensación de desconcierto en el lector porque no se intuye una reacción natural con lo que está sucediendo. El "acting" ha de cuidarse durante toda la historia porque un mal uso de él nos sacará de la misma. Será ese momento en el que dejaremos de estar fascinados por lo que nos están explicando y nos daremos cuenta de que nunca sucedió de verdad.
No es la primera vez que utilizo este símil si digo que un dibujante es como un actor que ha de saber interpretar el guión que le dan. No es casualidad. El cómic y la ilustración tienen mucho de teatro.
De la misma manera que un espectador no se cree a ese actor hablando con poca pasión sobre la mujer a la que ama cuando confiesa sus sentimientos en una obra o film, un lector tampoco se cree a un personaje de cómic que consigue el objeto que ha estado buscando durante años al final de la historia en esa viñeta bien dibujada en la que grita de alegría pero con una pose poco enfatizada que no se corresponde con su emoción.
La mayoría de dibujantes no se paran a pensar en el acting porque es algo que se absorbe de forma natural con la continua lectura de muchas obras y porque, de manera subconsciente piensan que la narrativa está cuidada con unos buenos diálogos, un buen timming y un buen story. Es cierto que si estos tres elementos están elaborados con mimo la narrativa tiene muchas posibilidades de cumplir ese cometido principal que tiene, que no es otro que el de hacerle llegar la historia al lector con las dosis de emoción requeridas por cada escena. Sobretodo teniendo en cuenta que la cámara también está viva. A veces ayuda mucho a mejorar la actitud del personaje que la cámara esté colocada en el sitio adecuado. Una escena bien encuadrada es prácticamente una escena bien transmitida. Pero todos estos procesos pueden acabar siendo en vano si la actitud del personaje, por muy anatómicamente bien dibujado que esté, carece de sentimiento. A veces es bueno parar un momento y preguntarse si cada viñeta contagia como debería ese sentimiento que queremos hacer llegar.
Los personajes están vivos. ¡No dejéis que maten vuestras historias!
¡Disfrutad!
Un saludo...de Toni Kudo...
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